miércoles, 12 de diciembre de 2012

Aquí os dejamos un escrito de una compañera que ha querido compartir con todos nosotros su experiencia personal sobre un brote psicótico, es un escrito duro, realista y a la vez muy personal e interesante. Esperamos que este escrito ayude a la gente a entender lo que sentimos cuando tenemos una crisis, que aunque dura es superable. La autora nos refiere que aunque le ha costado algunas lágrimas recordar lo vivido, le ha servido para liberase y desahogarse.  

MI EXPERIENCIA PERSONAL
     Hola, soy una mujer de 38 años que ha sufrido varios brotes psicóticos desde el año 2003, que fue cuando me dio el primero.
     Por lo que sé, aunque los síntomas son similares, cada persona que sufre una enfermedad mental grave como la mía (tengo un trastorno esquizo-afectivo) vive los brotes de forma distinta. Voy a intentar describir como han sido los míos y las distintas fases por las que he pasado, aunque las fases suelen entremezclarse y formar un estado caótico.
     Oscuridad. Pasar un brote psicótico o vivir con psicosis es como estar en un túnel oscuro y tenebroso donde no ves luz al final. El miedo progresivamente se va convirtiendo en pánico, pierdes la noción del tiempo, no distingues entre realidad y paranoia, el amor deja de existir, tu mente distorsionada sólo ve amenaza en los demás.
     Añadido a todo esto, las ideas místicas no dejan de rondar tu cabeza y sintiéndote tan extremadamente solo en el mundo, encomiendas tu alma y tu vida a Dios o a Jesucristo, que es el único que puede (y quiere) ayudarte.
     Salmos. Te pasas el día leyendo salmos para encontrar un mínimo de consuelo entre la jauría de seres horribles que te rodean y que traman aniquilarte o hacerte daño de cualquier manera. Lloras día y noche, apenas duermes, y cuando menos te lo esperas ¡plaf!, nueva explosión en tu mente enferma que ahora cree tener poderes sobrehumanos y ser una persona especial para Dios, un ungido. Ahora formas parte de los ejércitos celestiales. Ahora eres tú la que resulta amenazante para “los demás”, al fin y al cabo tienes a Dios de tu parte.
     Te conviertes en un “ser” prepotente, arrogante y estúpido, propenso a los ataques de ira y a tirar objetos por la ventana. Pierdes el respeto por casi todos y por casi todo lo que te rodea. Bebes, te drogas y no te parece mal porque sencillamente pierdes el alma y la conciencia.
     Conciencia.
¿Qué dirá? ¿Qué dirá esta conciencia horrible, este espectro que marcha en mi camino?
W. Chamberline
     Entre el extremo desequilibrio que domina tu mente se enciende una lucecita que te avisa de que algo va mal en ti. Empiezas a sentirte como un monstruo por las cosas que has llegado a decir y sientes vergüenza por las cosas que has llegado a hacer. Ahora el odio y el rechazo los diriges hacia ti mismo, la mala eres tú. Te odias intensamente, no te gusta nada de ti, deseas la muerte para descansar de tanto dolor y empiezas a autolesionarte: intentos de suicidio, hematomas con un martillo  o cortes con una cuchilla en zonas de tu cuerpo que los demás no puedan ver,  autoflagelarte con un cable terminado en un gran enchufe, dándote latigazos en la espalda, abofetearte, darte golpes en la cabeza donde haya pelo para que los demás no lo descubran, beber hasta caer inconsciente… Sin embargo nada de esto alivia el odio que sientes por ti misma, y los que te rodean no comprenden tu aislamiento ni tu llanto continuo. Vuelven los salmos, ahora por distintos motivos, y no dejas de pedir perdón a Dios y a Jesucristo por ser tan mierda. Rezas por encontrar a alguien que te comprenda, que alivie un mínimo tu dolor, pero en seguida pierdes la esperanza y la confianza en los demás. Los que te rodean no entienden nada y hasta llegan a burlarse después de un intento de suicidio más. No te toman en serio, o a saber lo que pasará por sus cabezas cuando caen tan bajo como para mofarse de tus continuas crisis acompañadas de autolisis.

     Existencia insoportable. A todo esto se unen las señales, las pesadillas y la sensación de estar vigilado. Todo absolutamente lo que te rodea tiene un significado para ti: los colores, los números, las palabras aisladas, las noticias de la tele y del periódico todo, aunque no esté dirigido a ti especialmente tiene un mensaje oculto que tú puedes descifrar y los demás que te rodean no se enteran. Generalmente lo que vas descubriendo con todo esto son malas noticias que afectan negativamente a tu vida.
Así que sigues viviendo con miedo y angustiada. Tienes unas pesadillas horribles, y piensas que son sueños premonitorios o de sincronización (que están pasando) y te da miedo quedarte dormida por el pánico que experimentas. Unido a todo esto está la sensación de sentirte vigilada ¿por quién? Normalmente piensas que por algún servicio de inteligencia que ha descubierto tus cualidades y que se dedican a putearte a través de los vecinos y de tu propia familia.
     La cordura. Con la medicación viene la cordura y los efectos secundarios de la medicación, que no afectan a todos por igual. Yo me he pasado meses con el cuerpo rígido, engarrotado. Hacer el más mínimo esfuerzo, hasta fumarte un cigarro, te cuesta un horror y te sientes desesperada porque a todo esto se une la lucidez mental y el estar haciendo balance (o intentándolo) de todas las locuras que has hecho. Es como si el mundo se te cayera encima, te sientes impotente y no tienes ánimo para nada. Te encuentras sin trabajo y sin posibilidad de trabajar, ya que los efectos secundarios de la medicación y tu propio estado de ánimo te lo impiden. Pierdes la ilusión por vivir, deseas la muerte pero no te atreves a volver a intentar suicidarte por lo mal que se pasa cuando te cogen a tiempo. Lo que hacen normalmente es ingresarte en La unidad de agudos de psiquiatría, que digan lo que digan es una cárcel para locos, aunque a veces es necesario.

     Si tienes suerte y tu estado mental mejora, te van bajando la medicación y los efectos secundarios mejoran. Actualmente estoy “estable” y con la medicación que tengo puedo llevar una vida medio normal, pero no plena, que es lo que todo ser humano desea y tiene derecho a tener.
     Después de todo lo que he pasado sólo se me ocurre desearos que la suerte os acompañe, que no os toque el monstruo de la enfermedad mental, y si os toca, no dudéis en pedir ayuda.

                     Autora: P.C.M


3 comentarios:

  1. Yo que te conozco se que ha sido muy duro para ti, pero ahora te miro y no queda rastro de lo que me cuentas, veo una mujer capaz de todo y que mejora dia a dia. Sigue luchando, lo estas haciendo muy bien.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por darme ánimos, me alegra saber que otras personas os dais cuenta del esfuerzo realizado y del cambio que poco a poco voy consiguiendo. Gracias.

      Eliminar
  2. Hola, soy un antiguo compañero vuestro, me gustaría deciros que el relato de esta compañera me parece impresionante, me ha gustado leerlo. Pero me gustaría hacer una pequeña observación, al final dice que la unidad de agudos es "dijeran lo que dijeran una cárcel para locos", yo solo quería sin animo de llevar la contraria, que yo también estuve ingresado en agudos y no me pareció en absoluto una "cárcel para locos", hay buenos profesionales allí y te tratan con respeto y hacen actividades, simplemente que es una unidad de agudos como su propio nombre indica y hay que ser consciente de eso, pienso que esos términos de cárceles pueden causar miedo para algunas personas, y sitios como la unidad de agudos vienen muy bien y hay que defender que existan, es positivo estar en sitios donde te vas a encontrar con gente con dificultades, porque de compartir tu experiencia con los demás seguro te va a dar mas respuestas y soluciones que si te quedas en casa lamentándote, simplemente era eso una defensa de la unidad de agudos, en este caso la de Granada que es la que yo conozco. Un abrazo de "loco por la musica".

    ResponderEliminar