El Cielo
Azul de la Alpujarra Granadina.
El inicio del trayecto comenzó con una
puntualidad “andaluza”, el bus que nos llevaba a la alpujarra tuvo un retraso
de veinte minutos. Los integrantes de la travesía eran usuarios del hospital de
día y miembros del centro de día de Faisem. Los compañeros de viaje estaban nerviosos
por llegar al final del trayecto, la ruta que cogió el chofer del bus fue
Motril, Beznar-Lanjarón, hasta llegar a Bubión donde empezaba nuestra excursión.
Se hizo pesado el trayecto de ida porque cogimos el camino más largo.
Había un sol que brillaba en el cielo hasta
llegar a Bubión, los compañeros estaban exhaustos por fumarse un cigarrito y
aplacar el nerviosismo del viaje. El fondo norte del autobús estaba más animado
que el resto durante el trayecto y un compañero se arrancó a rapear. Cuando
llegamos a dicha aldea hicimos una parada estratégica. El paisaje que teníamos
delante era de un esplendor maravilloso. El pequeño pueblo de Bubión con sus
calles estrechas y angostas magnificaba el esplendor del día que íbamos a pasar
en la zona.
Cogimos la ruta que nos llevaba a
Pampaneira desde Bubión, una ruta de senderismo llamada “barranco de Poqueira”,
eran sobre las doce y media de la mañana, era una ruta campestre de dificultad
alta (algunos compañeros no lo veían tan difícil), sobre todo por el estado
lamentable del piso, que estaba compuesto de un pedregal y había que tener
cuidado en su descenso, pero el encanto paisajístico anulaba toda dificultad
del mismo. Cuando llegamos al pueblo de Pampaneira eran cerca de las dos de la
tarde y el hambre empezó aparecer. El pueblo era encantador con sus casas de
artesanía variada: cerámica, utensilios de esparto, etc.
Tocaba comer y el restaurante estaba
preparado para ofrecernos sus ricas viandas. La comida era exquisita, sobre
todo el plato alpujarreño, pero sin despreciar la sopa de almendras que también
estaba deliciosa, así como el postre de gachas dulces. El restaurante estaba
conformado por una coqueta casa al estilo de la zona, con una terraza de
espectaculares vistas.
Para concluir este escrito quiero añadir
que la zona merece la pena visitarla, por su riqueza paisajística y sus
costumbres que le hacen ser un gran valor cultural y que hay que proteger para
futuras generaciones.
Muchos compañeros destacan la importancia
de salir de excursión y no quedarnos “encerrados” en la rutina del día a día,
otros destacan lo buena que estuvo la comida, la belleza de los paisajes y el
ejercicio físico realizado de forma más animada gracias a los compañeros y a
las vistas que ofrecía la ruta de senderismo. Si quieres ver más fotos pincha AQUI.
Autor: Francisco
Javier Moreno Medina.